Noticias alternativas: una salvación vital.
Estimados miembros de Akasha Comunidad:
He compartido en este espacio, en más de una ocasión, escritos que buscan explicar de forma sencilla las razones por las que lo que contienen estas inoculaciones ‘anti-COVID’ pueden provocar daño diverso en quienes las recibieron, y las razones por las que esos daños pueden presentarse tiempo después (en cualquier caso, después de transcurridos los 30 días que parecen ser una cifra mágica para las autoridades y médicos, ya que no hay razón lógica para que sean solo 30 días en los que, a regañadientes, aceptan que podría haber efectos adversos). Aquí hay otra publicación reciente que se suma a lo ya publicado sobre el tema: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC10145134.
Muchas veces me pregunto por qué, si ya he explicado tanto y de tantas formas a los miembros de esta comunidad, sigo haciendo esto. Más allá de una respuesta que nace en mi interior con fuerza cuando me lo cuestiono: “porque la gente merece saber para decidir y merecen el respeto de ser tratados como lo que son: como seres sapientes”, no encuentro otro motivo. Solo sé que para mí, al menos en este presente, no es opción soltarlo por hartazgo; para mí, es correcto seguir, a pesar de las vicisitudes, a pesar de ciertos ataques tribales (dignos de cavernícolas), a pesar de los pesares, para mí, es correcto seguir.
Hace unos días tuve la fortuna de conocer en persona a la Dra. Jezabel Rosales. Ya nos conocíamos en pantalla y por teléfono, pero nunca será lo mismo que mirar a los ojos a alguien y comprender que, justamente, estamos en esto por la misma razón. Podemos darnos espacios y tiempos, podemos replegarnos y tomar aliento, pero seguimos avante porque es lo correcto, porque ese compás marca nuestra alma o conciencia o como quieran llamarle. ¡Gracias por recordarme eso, Jeza!
Así que, hoy, comparto con ustedes dos artículos, el primero escrito por Fatima y colaboradores (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC10018089), y el segundo por Knudsen y colaboradores (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9880674). Ambos artículos son meta análisis de otras publicaciones. El primero calculó la incidencia acumulada de miocarditis y pericarditis, y encontró la mayor incidencia en hombres adolescentes luego de la segunda dosis de Pfizer (los estudios que evaluaron no consideraron de forma sistemática lo que ocurre con la tercera, cuarta y quinta dosis), y en su conclusión recomiendan que, “aunque la incidencia general es baja, los médicos deben considerar miocarditis y pericarditis como diagnóstico probable en pacientes jóvenes vacunados contra COVID, que tengan signos clínicos sugerentes”. Confieso que me dio algo de ‘risa triste’ leer eso: supongo que cualquier médico debiera ser capaz de considerar como cuadros de miocarditis o miopericarditis a aquellos pacientes que, justamente, tengan los signos y síntomas de esos padecimientos. Me parece que lo que están diciendo sin decirlo explícitamente es que ‘recomiendan que los médicos contemplen el que estas inoculaciones pueden ser causa de miocarditis y miopericarditis, sobre todo en adolescentes”.
El segundo artículo es un meta análisis, que investigó la literatura publicada sobre la incidencia de miocarditis post inoculación anti-COVID. Su conclusión: de los 29 estudios incluidos, solo el 25% fue realizado con estratificación, pero a pesar de este sesgo, se encontraron incidencias de 8.1 a 39 casos por 100,000 dosis. La edad y sexo de mayor riesgo son hombres de 12 a 24 años que reciben una segunda dosis de una inoculación de ARNm sintético (de nuevo, los estudios no evaluaron incidencia de miocarditis en la tercera, cuarta o quinta dosis).
Ojalá los médicos, en particular los pediatras, puedan leer estos artículos, así como los casos clínicos que en ellos citan, que cotejen con lo que están observando en su práctica, y que tengan el valor y la humildad de aceptar que se equivocaron, que recomendaron productos inseguros… Supongo que aún es válido soñar.
Les saludo,
Karina AW